El Gobierno insiste en que no saldrá nada comprometedor pero prepara acciones legales por los mensajes de Sánchez
El Ejecutivo lo vive como un paso más en la estrategia de acoso, pero Ábalos juega con la idea de haberlos filtrado él

El Gobierno ha decidido pasar a la ofensiva frente a la publicación por goteo en El Mundo de los mensajes que durante años se envió el presidente con José Luis Ábalos, el que fuera su mano derecha, ahora en el Grupo Mixto en el Congreso y en proceso de expulsión del PSOE tras su implicación en el llamado caso Koldo, un escándalo de corrupción con contratos de mascarillas en el Ministerio de Transportes en plena pandemia. Tras dos días de titubeos, el ministro de Justicia, Félix Bolaños, se encargó de darle la máxima relevancia a una decisión tomada por Sánchez: el Ejecutivo, explicó, esperará a ver si el juez responsable abre una investigación de oficio por la filtración de una información que se incautó a Koldo García en un apartamento suyo, pero si no, será el Gobierno quien denuncie para que se abra esa investigación.
El Gobierno considera muy grave la filtración de conversaciones privadas del presidente, pero, sin embargo, cree que lo que se está publicando es irrelevante. Y sobre todo, el Ejecutivo insiste en que Sánchez, que sí conoce todo lo que se escribió con Ábalos, en ningún momento le envió absolutamente nada comprometedor ni mucho menos ilícito, y además rompió el o después de la detención de Koldo.
Por eso el Ejecutivo insiste en que, pese al malestar evidente que genera la publicación de los mensajes del presidente, que da origen a mucha especulación y a la crítica del PP, que pide su dimisión porque dice que esto demuestra que él “sabía todo”, no hay preocupación de fondo porque “no puede aparecer ningún mensaje comprometedor” porque no existen. Esto es, en el Gobierno asumen que vendrán muchos días de ruido político, porque los mensajes del presidente generan mucha repercusión, pero no está en riesgo la estabilidad del propio Ejecutivo y esto no se parece en absoluto, insisten, al momento en el que a Mariano Rajoy le filtraron el conocido “Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos”, que le decía a Luis Bárcenas dos días después de que se hiciera público que el extesorero del PP tenía 22 millones de euros en Suiza, que luego se supo que eran hasta 50. No habrá un “José Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos”, insisten en La Moncloa, sobre todo porque el o entre los dos dirigentes, que se mantuvo en 2023, como se ha visto en algunos mensajes publicados por El Mundo en los que Sánchez le decía que había “echado de menos muchas veces” trabajar con él y su amistad, se cortó en febrero de 2024, cuando la detención de Koldo García forzó la salida de Ábalos del PSOE al negarse a entregar el acta de diputado. Sánchez no habló en esos días con Ábalos y envió a Santos Cerdán, número tres del PSOE, a pedirle el acta. Al negarse, se inició el proceso de expulsión y Ábalos acabó en el Grupo Mixto.
En cualquier caso, en este asunto el Gobierno se mueve claramente a la defensiva y de forma reactiva, porque no controla la información y no tiene manera de acceder a ella. El custodio de esas memorias USB en las que estarían los mensajes es la UCO, es decir, la Guardia Civil, pero aquí funciona como policía judicial y, por tanto, a las órdenes del juez. Cualquier movimiento del Ejecutivo para tener esa información sería muy delicado, casi imposible, y más cuando está imputado el fiscal general del Estado, Álvaro García, por una filtración con la que él asegura que no tiene ninguna relación.
El Ejecutivo vive esta publicación como un nuevo paso en la operación de acoso y derribo contra el presidente. “Esto me recuerda mucho a los años 90, con la gran diferencia que aquí no hay materia, Sánchez no ha hecho nada raro y por eso no hay nada extraño en sus mensajes. Están buscando el gran escándalo y solo tienen cotilleos internos de partido, comentarios normales en conversaciones privadas. Nadie aguanta la publicación de ninguna conversación con gente de confianza”, señala un ministro.
Bolaños mostró claramente el ambiente que se vive en el Ejecutivo, de indignación profunda. “Hay que poner esto en la gravedad que tiene, no hay límites para los ataques a Pedro Sánchez”, señaló el ministro de Justicia. “Esta violación de su privacidad puede suponer un comportamiento delictivo. Si no hubiera investigación judicial, iniciaremos las acciones judiciales pertinentes”.
En el Consejo de Ministros, Sánchez no hizo ninguna mención al asunto, y se siguió la reunión con normalidad como si la cuestión no existiera. Pero en los corrillos anteriores y posteriores sí se comentó entre los ministros. Margarita Robles, a la que en unos de los mensajes con Ábalos Sánchez llama “pájara”, no dijo nada con sus colegas, ni siquiera una broma, pero a la prensa sí le explicó que son conversaciones de hace muchos años y ella se siente respaldada por Sánchez. “¿Cómo no me voy a sentir respaldada con el presidente? ¿No me ven aquí hace siete años formando parte del Gobierno? Juzguen ustedes mismos. Llevo varios años en el Gobierno después de esa conversación”.
La gran pregunta que se hacen muchos del Gobierno es cuál es el origen de la filtración. Porque la respuesta cambia mucho las dimensiones del problema. Si ha salido del juzgado o de la UCO, sería un delito grave y supondría un elemento más de lo que el Gobierno ve como una campaña de acoso y derribo por parte de sectores conservadores en la política, en la justicia, en el mundo económico, en la prensa, y que el propio Sánchez ha denunciado públicamente varias veces. El propio presidente apeló en un mensaje interno a su Ejecutiva el domingo a la frase de Aznar, “el que pueda hacer que haga”, dejando así caer esta línea. Pero si fuera Ábalos directa o indirectamente, sería una venganza o incluso un chantaje al presidente y al Gobierno por parte de una persona que fue de su máxima confianza, no un agente del mundo conservador que quiere derrocar al Ejecutivo.
Aunque en el Gobierno insisten en que no saben quién ha sido, y por eso piden investigarlo, en privado hay mucha división de opiniones. Algunos apuestan por la UCO y otros por Ábalos. El exministro jugó al despiste con la posibilidad de haber sido él el filtrador en varias entrevistas este martes. “Me da igual confirmarlo que desmentirlo. Llevo meses con filtraciones que me afectan a mí, a terceras personas, a mi entorno. Y no ha pasado nada. Nadie ha dicho que se investigue nada. Lo he denunciado y, ¿ahora dicen que hay que investigar porque afecta al presidente del Gobierno?”, se preguntó en conversación con El Independiente.
La otra persona que los tenía es Koldo García. Los dispositivos en los que estaba la información fueron requisados por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en la casa de Alicante de García el 20 de febrero de 2024, durante su detención. Fuentes próximas a García señalan que Ábalos le pidió que guardara los dos discos duros después de que quien fuera también secretario de Organización del PSOE abandonara el Ministerio de Transportes, en julio de 2021. García ayudó a quien fue su jefe con la mudanza y depositó, inicialmente, las memorias en su coche, informa Joaquín Gil. En estos dispositivos se volcó toda la información profesional y personal acumulada durante años por Ábalos en teléfonos, tabletas y ordenadores. Los datos estaban protegidos con una clave que solo sabía el exministro, según el entorno de García, que asegura que en cualquier caso lo que había ahí era información hasta 2021, cuando dejaron el ministerio, y no sabe de dónde han salido los mensajes de 2023 que ha publicado El Mundo y que el propio Ábalos ha señalado en varias entrevistas que aún conserva en su móvil, no así los más antiguos. El Gobierno sigue, pues, los acontecimientos con poca información real y mucha indignación, pero con una convicción absoluta de que no habrá nada comprometedor, porque Sánchez, aseguran, nunca estuvo metido en esas cuestiones ni tuvo conocimiento de las maniobras de Ábalos o de Koldo García.
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