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La historia del psiquiatra Alberto Larraín, antes de la debacle de ProCultura

Exnovicio jesuita, exmilitante DC, magíster en Bioética y doctorado en Salud Pública, a comienzos de los 2000 restauró su primera una capilla. Tras el terremoto de 2010, su fundación, hoy en la mira de la Fiscalía, entró en el área patrimonial

Alberto Larrain Salas en una fotografía de sus redes sociales.
Ana María Sanhueza

En abril de 2023, Alberto Larraín (43 años) escribió uno de sus habituales pensamientos en sus redes sociales, en los que combinaba su papel de director ejecutivo de la Fundación ProCultura con consejos como psiquiatra. Incluso, a veces, publicando mensajes de sus pacientes, aunque sin poner su nombre: “Es realmente un privilegio trabajar en algo que a uno lo hace feliz, le mueve el alma y, además, le permite vivir tranquilo. Quienes tenemos esa fortuna no podemos olvidar que no es la realidad de la mayoría, y eso es razón para motivarnos a ser más amables y serviciales siempre”. Su posteo en X (antes Twitter), donde tiene casi 47.000 seguidores, obtuvo más de 200 me gusta. Era un periodo en el que a Larraín le aplaudían sus mensajes, que replicaba en sus 3.600 os de Facebook y los 95.000 que tiene en Instagram.

Por esos días, el psiquiatra tenía sobradas razones para estar optimista. Era una voz influyente desde la pandemia en temas de salud mental: iba a programas de televisión, había trabajado en cuatro municipalidades y en la segunda istración de Michelle Bachelet, además de asesorar al presidente Gabriel Boric cuando era diputado por Magallanes. En abril de 2023, presentó Quédate, el mayor programa de prevención del suicidio en América Latina: un plan en los 52 municipios de la Región Metropolitana (RM). ProCultura y otras seis fundaciones suscribieron el plan con el Gobierno Regional que lidera Claudio Orrego, y hoy, dos años después, está en la mira de la Fiscalía.

ProCultura estaba en su momentum: gozaba de prestigio y muchas redes, y había crecido tanto desde su creación, en 2009, que 14 años después ya contaba con 200 funcionarios, trabajaba en 47 comunas de 11 regiones de Chile y tenía 300 proyectos rendidos. Era un referente.

Varias de esas iniciativas de restauración de edificios patrimoniales fueron destacadas en la revista Vivienda y Decoración (VD) de El Mercurio. El portafolio era abultado, y su trabajo podía verse en iglesias en Santiago, Valparaíso y Chiloé; en la zona histórica de Lota; en Chaitén con un museo; en Tierra del Fuego; en Mejillones con un centenario juzgado; en Tierra Amarilla con un proyecto en 10 escuelas y, entre otros, con pinturas de fachadas en Antofagasta, la ciudad donde empezó la debacle de la fundación.

Después de que el 16 de junio de 2023 estalló el caso Convenios con su primera hebra, el escándalo de Democracia Viva, ProCultura debió cerrar en noviembre. La causa de Democracia Viva puso bajo sospecha a varias fundaciones, entre ellas la de Larraín, que creó con la fotógrafa Ilonka Csillag. Los recursos con el Estado fueron cortados y la Fiscalía empezó a investigar.

Si bien el psiquiatra no ha sido formalizado, fue interrogado como imputado y tanto su casa como la fundación fueron allanadas. La indagatoria a ProCultura es por un eventual fraude al Fisco de unos 6.000 millones de pesos (equivalentes a 6.300.000 dólares) por convenios con siete regiones y presunto lavado de activos. Han sido intervenidos más de 50 teléfonos, entre ellos el de Miguel Crispi, hasta marzo el principal asesor de Boric, y el de Josefina Hunneus, la exesposa de Larraín y, además, psiquiatra del presidente de la República.

En uno de esos pinchazos, de octubre de 2024, la policía captó un diálogo entre Hunneus y Boric, en el que hablaban de ProCultura, y grabó al presidente. La médica presentó un recurso de amparo, que este viernes fue acogido por la Corte de Apelaciones de Antofagasta: el fallo declaró ilegales las diligencias pues fue escuchada cuando tenía calidad de testigo; ordenó eliminar los registros de la indagatoria (que han sido filtrados la prensa) y cuestionó duramente el actuar del Ministerio Público. Pocas horas después, el fiscal de Coquimbo, Patricio Cooper, quien investigaba a ProCultura, fue removido de la causa, que pasó a la Fiscalía de Antofagasta, la ciudad donde todo empezó.

Un médico en la restauración

Alberto Larraín Salas creció en La Florida, en Santiago. Su madre es psicopedagoga, especializada en trastornos de aprendizaje y magíster en educación especial. Su padre, el ingeniero químico Alberto Larraín Lohmayer —quien fue parte del directorio de ProCultura y su teléfono también fue pinchado—, fue prisionero político tras el golpe de Estado de 1973.

Larraín estudió en el Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, en Santiago centro, de donde egresó en 1999. Fue novicio jesuita en 2003, donde forjó vínculos con sacerdotes y exseminaristas. Fue a través de esos lazos que arrancó su interés por la restauración patrimonial, cuando los curas le pidieron reparar una pequeña capilla. Tenía aproximadamente 20 años y entonces era un hobby.

No siguió el camino del sacerdocio. Estudió medicina a la Universidad de Chile, donde conoció a Josefina Hunneus: se casaron en 2007 y se separaron en 2019.

Larraín se tituló de médico en 2008. Trabajó en el consultorio de Renca, con la alcaldesa Vicky Barahona, de la UDI, de la derecha tradicional. También fue subdirector de Salud en Santiago en 2011 durante la istración del UDI Pablo Zalaquett (2008-2012) y estuvo en Peñalolén cuando Claudio Orrego era alcalde y democristiano (hoy es independiente). Entre 2014 y 2018, durante el segundo Gobierno de Bachelet, fue parte de la subsecretaaría de Salud Pública. Fue coordinador del Plan nacional de prevención del suicidio, del proyecto de salud mental del Servicio Nacional del Adulto Mayor y del Programa nacional de demencia. En 2022, lideró, como ProCultura, el primer Centro Público de Salud Mental Materna del país, en Las Condes, durante el mandato de la alcaldesa Daniela Peñaloza (UDI).

Su trabajo como médico era paralelo a su activa militancia en la Democracia Cristiana (DC), entre 2012 y 2018. Apoyó varias campañas políticas, pero con fuerza la de la exsenadora Carolina Goic (DC), que en 2017 intentó llegar a La Moneda. En ese tiempo pertenecía a Cardumen, un grupo de jóvenes que tenían una apuesta territorial y comunitarista del partido, entre ellos Pía Mundaca y el alcalde Renca, Claudio Castro, ambos hoy exmilitantes de la formación e integrantes clave del comando de la abanderada presidencial del Socialismo Democrático, Carolina Tohá.

Hoy el psiquiatra es independiente. Pero la Fiscalía en base al testimonio de una mujer, que obtuvo de un pinchazo telefónico, indaga un posible aporte a campañas políticas a través de Procultura, entre ellas la de Boric. Es algo que Larraín negó en un comunicado el martes pasado: “Nunca se generó financiamiento desde la Fundación ProCultura a la campaña presidencial de Gabriel Boric, ni a ninguna otra campaña política”. Y agregó: “Sobre las transferencias a Sebastián Balbontín (mi pareja hace más de cinco años), éstas no provinieron desde ProCultura, sino de mi cuenta personal”. Balbontín, sociólogo, exconsejero regional y excandidato de alcalde por Limache, acaba de renunciar al Frente Amplio.

La influencia de Marta Cruz-Coke

Quienes conocen a Larraín dicen que nunca ha podido hacer una tarea a la vez, sino varias. Así, mientras trabajaba en campañas políticas, sacó su especialidad, que terminó en 2018. Por su redes sociales hizo público que en 2013 tuvo una depresión que lo empujó a estudiar Psiquiatría. Luego cursó un magíster en Bioética y un doctorado en Salud Pública, pero le falta la tesis para obtener el grado. Pero antes, entre 2009 y 2010, fundó ProCultura junto a Ilonka Csillag. Ambos venían de dos mundos muy distintos, y son de veredas políticas opuestas. Congeniaron rápido.

Csillag es una fotógrafa de larga trayectoria, exfundadora del Centro Nacional de Fotografía y exgerenta general de la Corporación del Patrimonio Cultural. Su currículum se diferenciaba con el del psiquiatra, que se hizo un nombre con ProCultura. Él no tiene especialidad en el área patrimonial, pero por su experiencia fue fichado como profesor del diplomado de la Universidad Católica El patrimonio eje del desarrollo territorial sostenible. Era el único médico que hacía clases en este curso.

Fue Larraín quien llevó el giro de la restauración a ProCultura, algo que creció después del terremoto en Chile de 2010, con el daño a cientos de edificios patrimoniales.

Quien influyó en el camino de Larraín fue Marta Cruz-Coke (1923-2023), abuela de Josefina Hunneus, a quien iraba. Fue la primera mujer en ser directora de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) —donde trabajó Csillag— y creadora del Día del Patrimonio. La licenciada en Filosofía, Premio Nacional de Conservación (2000) y el Premio Nacional a la Gestión Cultural (2012) fue, además, quien en 1995 presentó la candidatura de Valparaíso a Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco y, en 1996, creó Bibliometro, las bibliotecas públicas ubicadas en el Metro de Santiago.

Larraín impulsó importantes proyectos, como la alianza en Chiloé con la Fundación Iglesias Patrimoniales, ruta en que lo encaminó Cruz-Coke. En sus iniciativas el psiquiatra impulsaba algo que, en 2010, parecía novedoso en Chile: vincular el patrimonio con el mejoramiento de salud mental de las comunidades. Pero no era inédito, pues con Csillag, ha dicho el Larraín, se inspiraron en una agencia de colaboración española que trabajaba en Perú para sacar a las comunidades de la pobreza a partir del patrimonio y la identidad.

Tras el escándalo, el psiquiatra renunció a su trabajo en la Universidad Autónoma, donde daba clases en la escuela de Medicina de su especialidad: la bioética. Hoy atiende pacientes en una consulta y prepara su defensa.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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