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La matriz de Red Eléctrica alertó hace dos meses del riesgo de desconexiones “severas” por el aumento de las renovables

Redeia apuntó al cierre de centrales convencionales de carbón, nuclear o gas como otro factor de incertidumbre para el sistema eléctrico

Parque Eólico Serra da Capelada, en Cedeira (A Coruña).

El corte eléctrico que sacudió la península el lunes no era un escenario del todo desconocido para los expertos del sector, que ya habían advertido públicamente de ciertos riesgos asociados a las fuentes de producción eléctrica. El gestor del sistema, Red Eléctrica, alertó hace dos meses a sus inversores, en su informe anual de 2024, del peligro hipotético de que se produjeran “desconexiones de generación” que podrían llegar a ser “severas”, y que podrían afectar “significativamente” al suministro eléctrico por la elevada penetración de las fuentes de energía renovable. Además, el grupo citaba el impacto que este suceso podría tener “de forma indirecta” en la reputación de la compañía.

Redeia, matriz de Red Eléctrica, lanzó dos avisos en paralelo derivados de la transición hacia energías verdes: de un lado, la empresa citaba el aumento de la producción renovable, con instalaciones más pequeñas (como las de autoconsumo) y con menor capacidad de adaptación ante perturbaciones. Del otro, se refería al cierre de centrales de generación convencional —carbón, ciclos combinados (centrales de gas) y nuclear— lo que implica una menor fortaleza del sistema ante saltos imprevistos.

La compañía que preside Beatriz Corredor, que presentó su memoria anual a finales de febrero, identificaba el riesgo de que generadores pequeños o instalaciones de autoconsumo de energías renovables tuvieran dificultades a “corto o medio plazo” para un “adecuado comportamiento” en caso de alteraciones. Este modelo supondría, según la empresa, “un riesgo para la operación segura del sistema eléctrico”.

A la alta penetración de fuentes de energía como la fotovoltaica o la eólica se suma el descarte de otras instalaciones de más antigüedad que hasta ahora aportaban cierta estabilidad en momentos de sobresaltos. Así, “el cierre de las centrales de generación convencional” como consecuencia de los requisitos regulatorios supone “la reducción de la potencia firme y las capacidades del balance del sistema eléctrico, así como su fortaleza e inercia”, advertía Redeia.

Según fuentes de la empresa, no obstante, el informe “incluye un mapa de riesgos que no se refiere específicamente a la cobertura de demanda, sino a cuestiones más amplias; recoge un catálogo de amenazas hipotéticas susceptibles de afectar al sector”. Entre dichos riesgos figura, también, la posibilidad de un ciberataque o la seguridad del suministro en Canarias.

El lunes, la súbita bajada de producción eléctrico provocó el peor apagón en la historia de España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explicó que en cinco segundos se produjo una caída repentina del 60% de la producción de energía que. El presidente ha señalado este martes que el Ejecutivo exigirá “todas las responsabilidades pertinentes a los operadores privados”, en una posible alusión a Red Eléctrica. Además, Sánchez advirtió de que aquellos que están vinculando el apagón en el sistema eléctrico peninsular a la falta de nucleares “mienten o demuestran su ignorancia”.

Por el momento, Red Eléctrica ha descartado que, con los análisis llevados a hasta el momento, se encuentre ante “un incidente de ciberseguridad” en las instalaciones. El director de Servicios para la Operación de Red Eléctrica, Eduardo Prieto aludió a dos eventos o desconexiones en el suroeste peninsular que provocaron la disminución de la frecuencia de “una manera brusca y con una cantidad significativa para lo que es el sistema eléctrico peninsular español” y lo llevaron al colapso.

Otras fuentes del sector han confirmado los datos de bajón eléctrico adelantados por Sánchez. “Fueron 15 gigawatios fotovoltaicos que desaparecieron del sistema de repente. No sabemos por qué no se ajustó”, señalaron estas fuentes. Desde la industria se apunta que la tecnología fotovoltaica es más inestable, en términos de frecuencia (la velocidad a la que la corriente alterna cambia de sentido) que otras, además de contar (al igual que otras tecnologías, como la nuclear) con mecanismos de autoprotección que la desconectan bajo determinadas circunstancias.

Red Eléctrica, en otro informe de 2020, también apuntaba cómo la integración de renovables y la escasa interconexión con otras redes podría afectar a la estabilidad de la frecuencia. También sugería la conveniencia de mejorar las conexiones con Francia y Marruecos, de aumentar las instalaciones de almacenamiento o de incrementar la generación (ya fuera convencional o renovable adaptada) capaz de mejorar la capacidad del sistema ante posibles desequilibrios. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima detalla, de hecho que ante el cambio de paradigma, desde un sistema de generación centralizado y convencional a un modelo renovable más descentralizado, “es necesario gestionar la variabilidad y parcial predictibilidad de la generación renovable, utilizando herramientas que doten de flexibilidad al sistema eléctrico. Para ello, el almacenamiento energético es una tecnología clave”. El plan eleva los objetivos de capacidad de almacenamiento a 22 gigawatios en 2030 (actualmente está en algo más de tres).

La patronal fotovoltaica, Unef, ha aclarado que “la energía inyectada a la red [el lunes 28] se programó el día anterior, y se estaba cumpliendo con la programación prevista”. Además, añadió que “las plantas fotovoltaicas no se desconectaron voluntariamente, fueron desconectadas de la red”. La asociación recuerda que la fotovoltaica ha suministrado en otros momentos más energía que este lunes, y apunta la conveniencia de agilizar las instalaciones de almacenamiento (incluida la fotovoltaica híbrida) o la aprobación de mecanismos que permitan a las renovables “ayudar al control de la tensión” de la red.

Con todo, dentro del sector aún se mantiene la incógnita ante un colapso energético inesperado, en una red donde los apagones son muy poco habituales, y al igual que el Gobierno no se descarta ninguna hipótesis: “Pudo ser un fallo técnico, humano, un ataque... Los sistemas son redundantes, y la red está preparada para que las caídas de tensión estén zonificadas. No se debería ir al cero absoluto, indican estas fuentes.

Según Red Eléctrica, en 2024, el porcentaje de producción de energías renovables en el sistema eléctrico (que incluye, además de la eólica y la fotovoltaica, la producción hidráulica) ascendió al 56,8% de la demanda total, lo que supuso un 10% más que el año anterior. Entre ellas, la eólica encabezó la generación eléctrica nacional con un 23%. La nuclear supuso un 20%, la solar fotovoltaica, un 17%, mientras que el ciclo combinado (centrales de gas) generó un 13%, porcentaje similar a la producción hidráulica. El informe de Red Eléctrica señalaba en su informe anual que con este impulso de las renovables, las emisiones de CO2 derivadas de la producción eléctrica registraron el año pasado su mínimo histórico, tras registrar un descenso del 16,8%.

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