La transformación digital gratuita tiene nombre: Universidad Pyme
Emprendedores, autónomos y pymes pueden beneficiarse de esta iniciativa de formación impulsada con fondos europeos


Adaptarse a los cambios que acarrea la transformación digital no es un proceso opcional si la intención es mantener la competitividad en un entorno más cambiante que nunca. Porque el impacto de la digitalización (y, con ella, de la inteligencia artificial) se deja notar en todos los ámbitos sin excepción: “Es un tema de competitividad y productividad, porque cuesta monetizar lo que no es productivo (...). Y tenemos que aprender a convivir con ella, porque no hay marcha atrás”, sostiene Alex Rayón, CEO de Brain&Code. “El problema es que no tenemos una economía muy sólida alrededor del conocimiento, como sí sucede en otros países. La velocidad de formación no ayuda, y eso se traduce en productividad”, apunta.
Rayón participó, junto a otros expertos del mundo académico, tecnológico y empresarial en Universidad Pyme, el evento organizado por la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (Fundae) el pasado 24 de mayo en el Instituto Superior Madrileño de Innovación Educativa (Ismie). Una jornada itinerante que, en colaboración con el SEPE, pretende impulsar la transformación digital de pymes, autónomos y emprendedores, visibilizando los recursos formativos gratuitos disponibles para los trabajadores. Además de por Madrid, ya ha pasado por Barcelona, Santiago, Ceuta, Melilla, Murcia o Albacete, entre otras ciudades, y prepara su desembarco en Valencia (el 5 de junio), León y Bilbao.
Recursos formativos gratuitos
Ahora bien, ¿qué es exactamente Universidad Pyme? Se trata de un proyecto que, financiado con fondos Next Generation de la Unión Europea, se propone difundir las herramientas que tienen el Estado, las Comunidades Autónomas y los distintos sectores para la formación de los trabajadores, en este caso en lo relacionado con la transformación digital. Porque los recursos, explica Antonio de Luis, director gerente de Fundae, están ahí, aunque muchos los desconozcan: “Las istraciones públicas tenemos un problema muy grave de comunicación, porque hay servicios a disposición del ciudadano que este desconoce que tiene. Por ejemplo, en nuestro caso, el Espacio Digitalízate, lo que hoy es Experiencia Fundae”, señala. “Tenemos que llegar a 21 millones de trabajadores y nosotros no llegamos”.
Una plataforma pública que empezó como un espacio de colaboración público-privada por el que el Estado recibe recursos formativos gratuitos de 59 empresas tecnológicas, en el que ya han participado 8,9 millones de personas, y que se amplió después con recursos propios. “Algunas de estas empresas, como Google e IBM, otorgan también certificados de los que se han beneficiado miles de trabajadores y que tienen un impacto tremendo en su vida profesional”, explica. Entre todas sus iniciativas (tanto a través de Experiencia Fundae como por medio de la formación bonificada o subvencionada), Fundae forma cada año a siete millones de trabajadores.
La formación de Experiencia Fundae, que abarca desde píldoras de apenas dos horas a cursos modulados de 250, pretende impulsar la digitalización con recursos formativos en tres campos prioritarios: la inteligencia artificial generativa, la ciberseguridad (tienen un acuerdo con INCIBE para concienciar sobre la importancia de la seguridad online) y la transformación digital, con todos los cursos que un trabajador necesita para poder funcionar y actualizarse (programación, redes, ciencia de datos...). Un test de competencias digitales te ayuda, por lo demás, a detectar tus carencias, proponiéndote el itinerario formativo más adecuado a tus necesidades.
IA y el futuro del trabajo
¿Hasta qué punto es fundamental formarse en inteligencia artificial y otras competencias similares? ¿Se trata de algo negociable? La respuesta, tal y como hemos señalado, está clara. “Estamos asistiendo a unas formas distintas de generación de valor, que afectan a cómo se producen todos los bienes, nuevos negocios, nuevas formas de generar trabajo, nuevos empleos... y además con mucho éxito”, explica De Luis, para quien es imprescindible que todos desarrollen la conciencia de que tienen que formarse. Y no es que no lo hagan (que lo hacen), pero es necesario acelerar los procesos.
Rayón, por su parte, señala tres grandes campos de aplicación de la inteligencia artificial: “La primera, en todo lo que respecta a tareas de back office: analizar datos, subir unas facturas a un sistema, escribir cosas, elaborar propuestas comerciales, hacer búsquedas de mercado.... En este sector el impacto es brutal, porque te va a hacer mucho más productivo”. Después, añade, están la programación y los agentes conversacionales, lo que viene a ser poner a un cliente a hablar con una máquina: “Históricamente, esto era un problema, porque eran sistemas muy caros. Pero ahora estas máquinas genéricas, de propósito general, te lo permiten hacer muy rápido”.
A la hora de identificar los ámbitos de la IA en el trabajo que serán más relevantes, De Luis y Rayón coinciden al hablar de la agéntica de la IA, que tiene que ver con la delegación de tareas y con poner a varias IAs a trabajar juntas en un proceso: “Le dices, quiero que me hagas un acto para cinco personas del IBEX en Sevilla; que me prepares el menú; me busques el hotel y los vuelos o me reserves el helicóptero... Es automatizar procesos complejos en base a distintas IAs. Es decir, el debate no estará en torno a las IAs sino en la integración de las mismas, pero también en lo relacionado con ciberseguridad e inteligencia artificial, porque ahora se puede llevar a cabo un ataque informático de forma mucho más sencilla y económica que antes”. Y, por supuesto, la necesidad de formación, el llegar a esos 21 millones de trabajadores que mencionaba antes.
¿Puedo fiarme de la IA?
La accesibilidad y relativa facilidad de uso de herramientas de IA generativa como, por ejemplo, ChatGPT o DeepSeek siguen, no obstante, planteando la duda de hasta qué punto un puede fiarse de la información generada y facilitada por estas herramientas. Los errores en datos proporcionados por la IA (las llamadas alucinaciones), si bien son menos comunes que hace un año, siguen produciéndose. Entonces, ¿puedo fiarme de ellas? Rayón lo tiene claro: “Yo me fío mucho. Estoy de acuerdo con que hay errores factuales, pero porque hay que aprender a entrenarlas; hay que convivir con ellas día a día, y corregirlas cuando cometan un error para que comprendan lo que para ti es fallar. Si no las dices nada, nunca van a acertar”.
Rayón, además, plantea otro tema que no es en absoluto desdeñable: el de la privacidad de los s, en un momento en el que OpenAI acaba de anunciar que ChatGPT tendrá una memoria permanente, lo que por un lado mejorará la interacción con el chatbot. El , eso sí, puede personalizar lo que quiere que recuerde accediendo a la configuración del sistema. “En esta era, tú pagas por tu privacidad, para que lo que vaya aprendiendo de ti se quede para ti. Si tú no pagas, se queda para todos. El 90 % de la diferencia entre una cuenta de pago y una gratuita es la privacidad”.
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