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Industria
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo que usted siente se llama obsesión

Gran parte de las innovaciones disruptivas actuales se crean en forma de unos y ceros, y no con tuercas y tornilllos

NEGOCIOS 11/05/2025 LAB 02

Que las crisis pueden ser también oportunidades son lecciones habituales de padres y profesores. Si el aprendizaje viene de la mano de la nación más poderosa del mundo su valía es doble. En sus primeros cien días de mandato, Donald Trump ha puesto patas arriba el sistema internacional de comercio y ha cuestionado el papel del dólar en las finanzas globales siguiendo una obsesión: dar forma a su lema Make America Great Again a través de las manufacturas.

Los aranceles impuestos a cada país según su déficit bilateral con EE UU tienen como objetivo encarecer los productos extranjeros. De esta forma, en teoría, se compensaría la apreciación del dólar, provocada por su condición de moneda reserva. Desde su punto de vista, la fortaleza del dólar sería una de las causas detrás de la disminución de la industria manufacturera en el PIB estadounidense. Con esta estrategia estarían buscando revertir la situación, pero el plan no ha funcionado como se anticipaba.

La promoción de las manufacturas como eje central del crecimiento económico y la generación de empleo es una percepción presente también en Europa. Su fundamento es histórico. Tradicionalmente, han sido actividades de alta productividad, caracterizadas por una mayor intensidad en el uso del capital —es decir, más máquinas por cada trabajador—. Además, constituían el canal de difusión de las innovaciones tecnológicas, que han llegado, y se han extendido en la sociedad, a través de los equipos industriales.

Por el contrario, en las últimas décadas, servicios como los financieros, los profesionales o los ligados a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) compiten al más alto nivel en la liga de la productividad. Estos servicios son clave en la competitividad de las economías y generan innovaciones transversales, es decir, capaces de redefinir la economía en su conjunto y no sólo una parte de ella. Mientras que es difícil que los avances en las manufacturas impacten fuera de su sector, las mejoras de la información y la comunicación —como el 5G o la Inteligencia Artificial— son potencialmente integrables en múltiples sectores. Estos desarrollos no solo mejoran procesos existentes, sino que abren nuevas posibilidades, como ocurrió en su día con la electricidad.

A nivel internacional, las empresas del sector digital y de las telecomunicaciones son las mayores inversoras en I+D, gastando un 10% más que la suma de las industrias farmacéutica y automovilística en 2023. En Europa, en la década entre 2013 y 2022, las TIC superaron a la industria manufacturera en competencia, proporción de empresas de alto crecimiento, salarios, I+D y capital intangible. Es decir, el rol de catalizador de la innovación y motor de la productividad ya no es monopolio de la industria.

Puede que la apreciación del dólar haya contribuido al descenso del peso relativo de la manufactura en la economía estadounidense, aunque no está claro que sea el factor más determinante. A cambio, de forma indirecta, también ha impulsado la especialización de su economía en actividades de alto valor añadido y alto contenido en capital humano, cuya demanda está menos sujeta a las fluctuaciones del tipo de cambio. Como consecuencia, aunque EE UU importa una gran parte de los microchips y semiconductores que consume, cuenta con empresas como Nvidia, Qualcomm o Alphabet, líderes indiscutibles en el diseño de estos componentes y en las actividades de innovación que impulsan el avance del sector.

Quienes, a ambos lados del Atlántico, priorizan la industria por encima de otros sectores pecan de una visión de prosperidad y política económica anticuada. La romantización de las manufacturas no es amor, sino que debería llamarse obsesión. Actualmente, gran parte de las innovaciones y tecnologías disruptivas se crean en forma de unos y ceros, y no con tuercas y tornillos, y viajan por redes digitales en lugar de por carreteras. El desafío de Europa es impulsar, y asentar, una transformación económica basada en actividades de alto potencial, donde el foco sea la intensidad tecnológica y las posibilidades de aplicación a otros sectores.

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