Estados Unidos levantará todas las sanciones sobre Siria y Trump saludará este miércoles a su nuevo líder
Trump anuncia esta decisión en el primer día de una gira en Oriente Próximo que ha iniciado en Arabia Saudí y que excluye a Israel

Estados Unidos levantará todas las sanciones que mantenía contra Siria, que Donald Trump ha definido como “brutales y devastadoras”. El anuncio lo ha hecho el presidente estadounidense en Riad, la capital saudí, donde este martes ha iniciado una gira regional en Oriente Próximo que lo llevará también a Qatar y a Emiratos Árabes Unidos (EAU). En ese contexto de distensión con Siria, Trump pretende mantener un breve o este miércoles con el nuevo líder sirio, el presidente interino Ahmed al Shara.
“[En Siria] hay un nuevo Gobierno que, con suerte, logrará estabilizar el país y mantener la paz. Ordenaré el cese de las sanciones contra Siria para darles una oportunidad de grandeza”, ha dicho el presidente ante una audiencia en Riad entre la que se encontraba el príncipe heredero saudí y hombre fuerte del país, Mohamed bin Salmán, que celebró el anuncio con una ovación en pie. Washington había mantenido esas restricciones económicas, a pesar de la caída en diciembre del régimen de Bachar el Asad, contra el que iban dirigidas.
Poco antes del anuncio, Trump había confirmado que este miércoles tenía pensado verse con el nuevo dirigente sirio en lo que su entorno definió como un “saludo”, a pesar de que Al Shara, por cuya cabeza Washington ofrecía una recompensa de diez millones de dólares (unos nueve millones de euros) hasta el pasado diciembre, sigue en la lista oficial de terroristas del Departamento de Estado. Interrogado por los periodistas sobre si ese saludo iba a tener lugar, Trump aseveró: “Sí, creo que sí”.
La última vez que dos presidentes de ambos países se reunieron fue hace 25 años, en 2000, cuando Bill Clinton y Hafez el Asad —el padre de Bachar el Asad, derrocado en diciembre tras casi 14 años de guerra— mantuvieron un encuentro en Ginebra, en el marco de los esfuerzos, que resultaron vanos, por sellar la paz entre Siria e Israel.
El encuentro entre Trump y el exlíder de Hayat Tahrir el Sham, en su día una filial de Al Qaeda, supone un espaldarazo a la vuelta al redil internacional del país árabe y de su líder. Más aún lo es el anuncio de la retirada de las sanciones. Desde que Al Shara tomó el poder tras derrocar a Bachar el Asad y lanzó en enero una transición en Siria en enero, sus dos prioridades han sido estabilizar la volátil relación entre los distintos grupos étnicos y religiosos que componen el país y el levantamiento de las sanciones internacionales para reconstruir la devastada economía siria, tras 14 años de guerra
El anuncio sobre Siria se ha conocido prácticamente al mismo tiempo que la Casa Blanca confirmaba que Riad, que había presionado para que Trump se viera con Al Shara, ha firmado con Washington contratos por valor de 600.000 millones de dólares en armas y minerales raros. Esa cantidad es la que prometió Arabia Saudí a Trump hace semanas, aunque el presidente aspiraba a que la cifra ascendiera a un billón de dólares (unos 900.000 millones de euros) para empresas americanas”, dijo Trump hace semanas.
Ese acuerdo económico ha abierto la veda de una competición regional para ver quién ofrece una cifra más alta al antiguo magnate inmobiliario. En el caso de Emiratos, 1,4 billones de dólares en contratos en 10 años. Qatar aún no ha precisado su puja por el favor de Trump, pero se espera que lo haga el miércoles, con el presidente ya en Doha.
En medio de estas ofertas estratosféricas, la convulsa situación geopolítica que vive Oriente Próximo no es la prioridad en la agenda de Trump, centrada en lograr contratos millonarios como los que Washington ha anunciado con Arabia Saudí.
La cuestión de la principal crisis de Oriente Próximo, Gaza, está quedando especialmente desdibujada de esta visita del presidente de Estados Unidos. Y ello a pesar de que el pasado 5 de mayo el Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu anunció su intención de conquistar y retener el territorio de Gaza por la fuerza militar. Ese proyecto amenaza con inflamar aún más la región, mientras Israel no oculta su descontento por las negociaciones de Washington con Irán sobre el programa nuclear de Teherán y por el pacto de no agresión de Estados Unidos con los hutíes de Yemen. Trump ha dejado además fuera a Israel de este viaje —que es su primera visita oficial al extranjero, exceptuando su asistencia al funeral del papa Francisco en Roma—
Ni siquiera está claro si el presidente abordará con sus interlocutores saudíes el que sigue siendo su objetivo estrella en Oriente Próximo: el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Israel. Esa normalización, que pondría la guinda a los Acuerdos de Abraham de 2020 —por los que Emiratos, Marruecos y Baréin establecieron relaciones con el Estado judío—, es ahora inverosímil. Riad la vincula a una hoja de ruta para el establecimiento de un Estado palestino.
El cortejo al presidente anunciado desde hace semanas a golpe de ofertas millonarias se había desplegado ya antes de que el Air Force One tomara tierra. Una escuadrilla de cazas F-15 saudíes escoltó la aeronave presidencial por los cielos del reino durante media hora. Cuando el predecesor de Trump, Joe Biden, visitó el país árabe en 2022, el heredero de su dinastía reinante ni siquiera acudió a recibirlo.

Junto al mandatario ha aterrizado en Riad una nutrida delegación de empresarios, cuya presencia da fe del foco económico de la visita. Entre ellos, el hombre a quien se considera como una especie de valido presidencial, Elon Musk, consejero delegado de Tesla y asesor del presidente. También acompañan a Trump el considerado zar de las criptomonedas de la Casa Blanca, David Sacks, y los directores ejecutivos de IBM, BlackRock, Citigroup, Palantir y Qualcomm, una empresa de semiconductores.

Petrodólares
La coreografía del halago que está siguiendo Arabia Saudí con Trump recuerda mucho a la que desplegó en 2017, cuando un presidente estadounidense aún bisoño rompió con la tradición de su país de que el primer viaje oficial de un mandatario recién elegido fuera a Canadá o al Reino Unido. El anzuelo fueron entonces 350.000 millones de dólares (316.000 millones de euros) en acuerdos prometidos por Riad, que luego se quedaron en mucho menos.
Un Trump aparentemente fascinado por los fastos, la adulación —enormes carteles con su imagen presidían la fachada del hotel Ritz-Carlton de Riad— y los oropeles instalados a su mayor gloria por Bin Salmán firmó entonces con gran pompa un acuerdo para vender armas a los saudíes por 110.000 millones de dólares.
El republicano obtuvo ese y otros titulares plagados de cifras con muchos ceros, pero el tiempo terminó por desmentirlos. A finales de 2018, ese pacto armamentístico solo se había traducido en el desembolso por parte de los saudíes de una cantidad mucho menor a la prometida: 14.500 millones de dólares. La cumbre conjunta que congregó a decenas de líderes árabes y musulmanes terminó con un comunicado vacío, recordaba este lunes The Economist, que definía aquella visita como “más espectáculo que sustancia”.

Ese riesgo amenaza también la visita de Trump que ha comenzado hoy. Varios expertos han puesto en duda que la oferta saudí de 600.000 millones de dólares sea realista con el petróleo —el maná del que se nutre la opulencia saudí— a 60 dólares el barril. Ese desplome del precio del crudo tiene su origen en la guerra arancelaria de Estados Unidos. Los Estados del Golfo tampoco se han librado del gravamen general del 10% decretado por Trump y podrían asomarse a la inflación por la debilidad del dólar, al que están vinculadas sus monedas.
El mandatario inicia además su viaje en Riad bajo la sombra de un posible conflicto de intereses. El Fondo de Inversión Pública (FIP) del reino invirtió 2.000 millones de dólares en Affinity Partners, la firma del yerno de Trump, Jared Kushner, justo después de que este dejara su cargo como enviado del presidente en Oriente Próximo en 2021. Desde entonces, la relación entre Arabia Saudí y el emporio de los Trump no ha hecho sino crecer. La Organización Trump está construyendo una torre de apartamentos de lujo en Yeda, además de otros acuerdos millonarios. A finales de abril, Eric Trump, uno de los hijos del mandatario y vicepresidente ejecutivo de la empresa familiar, firmó con la constructora saudí Dar Global el desarrollo de un hotel de 80 pisos en Dubái.
La sospecha de lo inaceptable se cierne especialmente sobre una oferta con la que Qatar se ha posicionado en la carrera por adular a Trump a golpe de petrodólares. La istración estadounidense prevé aceptar un lujoso Boeing 747-8 por valor de 400 millones de dólares —un Jumbo— como donación de la familia real qatarí. The New York Times asegura que el presidente ha pedido que se utilice como Air Force One mientras espera que Boeing entregue dos aviones presidenciales encargados por la Casa Blanca. “Nos están haciendo un regalo”, dijo el presidente el lunes. Y zanjó: “Sería estúpido no aceptarlo”.
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