La UE y el Reino Unido cierran un acuerdo de última hora para asegurar el éxito de la primera cumbre bilateral post Brexit
Londres cede en la negociación de la pesca y prorroga 12 años los permisos de las flotas europeas

Londres y Bruselas han logrado cerrar en las últimas horas un acuerdo que intenta garantizar el éxito de la primera cumbre bilateral entre el Reino Unido y la UE de la era post Brexit, que se celebra este lunes en la capital británica. El Gobierno laborista de Keir Starmer ha cedido finalmente en el asunto más espinoso de la negociación: ha aceptado prorrogar los derechos de pesca de las flotas europeas en sus aguas durante 12 años más, hasta 2038. A cambio, Bruselas permitirá una mayor flexibilidad en los controles sanitarios y fitosanitarios de los productos procedentes de la isla al continente, o los que tienen como último destino Irlanda del Norte.
“Es hora de construir una nueva Asociación Estratégica”, ha proclamado el presidente del Consejo Europeo, António Costa, a su llegada a Londres para cerrar formalmente el acuerdo junto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Keir Starmer.
La cumbre de Londres es la esperanza de un “reinicio” (versión británica) o “relanzamiento” (versión europea) de unas relaciones que han sufrido años de deterioro. Pero también implica el temor a una nueva maraña de complicaciones técnicas y políticas a la hora de alcanzar un acuerdo. El Gobierno laborista avanza con cautela y timidez, mientras recela por el retrovisor de la amenaza de una derecha populista y euroescéptica dispuesta a acusarlo de traición.
Bruselas acoge con agrado la voluntad de Londres de reparar puentes, pero mantiene la firmeza ante un intento de pacto que requiere que las dos partes cedan en algo. Ambas aseguran que no se han cruzado las “líneas rojas” que fijó el Brexit, aunque se confía en que este acuerdo abra la puerta a una nueva etapa que permita establecer una relación más estrecha y fluida que la mantenida desde la consolidación del divorcio británico del bloque europeo en 2020. Bruselas busca también nuevas áreas de cooperación.
Seguridad y defensa, pesca, mayor flexibilidad de controles aduaneros, colaboración energética o una mayor libertad para viajar de los jóvenes británicos y comunitarios. La cumbre presenta una ambición en sus objetivos que justifica la relevancia que se le ha dado.
“Mañana [por este lunes], vamos a dar un nuevo paso adelante, que traerá mayores beneficios al Reino Unido, como resultado de una colaboración reforzada con la Unión Europea. Será bueno para crear empleo, para nuestras facturas y para nuestras fronteras”, dijo el domingo Starmer.
Esa es su estrategia: intentar arrinconar el debate ideológico que emponzoñó la política británica durante el proceso de divorcio de la UE para resaltar los beneficios, en materia económica y de seguridad, de un acercamiento al continente.
El comunicado previo a la cumbre lanzado por Downing Street el domingo promete beneficios para la industria británica, “que se enfrenta a papeleo burocrático y controles a la hora de exportar a nuestro mayor y más cercano socio comercial”; asegura que será mejor para los supermercados, “que tienen que trasladar estos costes a los consumidores y ven reducida la oferta de productos en sus estanterías”; y señala que aliviará también las facturas de las familias británicas.
Pero del otro lado del Canal de la Mancha también se esperan resultados positivos para el bloque europeo. “El acuerdo debe ser equilibrado y beneficioso para las dos partes”, subrayaban fuentes europeas también el domingo. Las negociaciones en Bruselas para dar el visto bueno al acuerdo se prolongaron buena parte de esa noche y se retomaron a primera hora de este lunes, mientras los representantes europeos ya llegaban a Londres.
La máxima de los Veintisiete era que nada está cerrado hasta que todo está cerrado, de manera satisfactoria no solo para Londres sino también para las capitales comunitarias. Era el mismo mantra repetido durante los largos años de las negociaciones del Brexit, pero en este caso la voluntad de ambas partes es claramente más positiva.
Primero seguridad, luego el resto
La reunión en Londres convocará al Gobierno británico, con su primer ministro, Keir Starmer, y su ministro de Exteriores, David Lammy, a la cabeza, y a las principales autoridades de la UE. Además de Von der Leyen y Costa, participan la alta representante de Política Exterior, Kaja Kallas, y el comisario de Comercio, Maros Sefcovic.
De todos los asuntos agendados para el encuentro, el más maduro es el acuerdo de cooperación en seguridad y defensa. La guerra de Ucrania y la incertidumbre geopolítica desatada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han ayudado a estrechar la cooperación en este terreno. Londres y Bruselas han caminado de la mano en su respaldo a Kiev y en su firmeza ante Vladímir Putin.
El acuerdo perseguirá una mayor cooperación entre los dos bloques a la hora de financiar el “rearme” perseguido por Europa, y abre la puerta a las empresas británicas a mecanismos como el SAFE, el fondo de 150.000 millones de euros lanzado por la Comisión para la adquisición de armamento. El Reino Unido y la UE respetarán el marco que cobija a ambos, la OTAN, pero trabajarán a su vez en una planificación industrial de defensa conjunta y en una colaboración a la hora de desarrollar una estrategia geopolítica a largo plazo.
Los detalles de esta mayor cooperación en una de las áreas clave de toda Europa en estos momentos de incertidumbre geopolítica se cerrarán en futuros acuerdos específicos, aunque este lunes se sella la voluntad política de avanzar juntos en la materia. La idea, se explica desde Bruselas, es establecer además un marco de diálogo formal semestral entre altos responsables de ambas partes para poder tratar estos temas, igual que el migratorio, de manera más coordinada.
“El Reino Unido y la UE comparten intereses estratégicos: en su apoyo a Ucrania, a la hora de gestionar la amenaza de Rusia, y a la hora de adaptarse a un mundo en el que la dependencia del apoyo militar de Estados Unidos ya no es una estrategia viable”, señala Olivia O’Sullivan, directora del programa UK in the World (El Reino Unido en el Mundo) del centro de pensamiento Chatham House.
Después de la defensa, la cumbre pretende avanzar considerablemente en otros asuntos para superar la rigidez derivada del Brexit. En primer lugar, un acuerdo en materia de controles sanitarios y fitosanitarios que permita flexibilizar la exportación de productos ganaderos y agrícolas británicos al continente y a Irlanda del Norte. Londres ambiciona una reducción de hasta el 80% de esos controles, pero sabe que el precio a pagar será un mayor alineamiento con la normativa comunitaria y aceptar como árbitro último al Tribunal Europeo de Justicia.
Tanto el populista Nigel Farage, que ha agitado el escenario político británico con su victoria en las elecciones locales del 1 de mayo, como la líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, cada vez más cuestionada internamente, han olido sangre. Ambos han alertado a Starmer ante posibles “cesiones” a Bruselas, y han prometido que las revertirán si llegan al poder. Algo así no ayuda a generar confianza en la otra parte negociadora.
El Gobierno laborista persigue además la reanudación de la colaboración en materia energética. Starmer sabe que la autonomía de la isla en esta materia tiene sus límites. El apagón de España y Portugal ha sido una seria advertencia de la urgencia del asunto.
Los jóvenes, el frente más delicado
En los últimos meses, la UE ha impulsado con fuerza la idea de un Esquema de Movilidad Juvenil (Youth Mobility Scheme) que recupere los intercambios que el Brexit eliminó. Sería un acuerdo similar al que ya tiene el Reino Unido con otros países, como Australia: visados limitados en el tiempo para jóvenes de uno y otro lado del canal de la Mancha, que les permitan estudiar, trabajar o viajar durante largo tiempo.
El Gobierno laborista, que ha endurecido considerablemente su política migratoria para retener a los votantes de izquierda seducidos por Farage, se ha mostrado hasta ahora reacio a abrir la puerta a un acuerdo que aumentaría las cifras de inmigrantes y resucitaría el fantasma de la libertad de movimientos que tanto agitaron los euroescépticos.
Starmer, sin embargo, está dispuesto a contemplar un plan con cifras concretas de beneficiarios y tiempo limitado (en torno a dos años) que recupere esas ventajas para los jóvenes británicos y europeos. Según adelantó la BBC y confirman fuentes europeas, el programa podría renombrarse como Youth Experience Scheme (YES) para reducir la vinculación a la sensible cuestión migratoria. En cualquier caso, de la cumbre de este lunse solo se espera un principio de acuerdo en este asunto, que deberá ser negociado en todos sus detalles en los próximos meses.
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