Hablar de sexualidad con los hijos: la asignatura pendiente de los padres
Lograr un espacio de seguridad y libertad para abordar la educación sexual es clave para que los menores no teman buscar comprensión, ayuda e información en casa. Los adultos no deben evitar la conversación, incluso si no se sabe dar una respuesta


“En un mundo donde la información abunda y circula a gran velocidad, las generaciones más jóvenes se enfrentan a un desafío sin precedentes: la desinformación”. Esta afirmación es una de las consideraciones de la reciente encuesta ¿Estamos capacitados para hablar de sexo en casa? de Platanomelón, una tienda erótica y marca pionera en divulgación sexual, que revela que el 92% de los padres presenta dificultades para tener conversaciones sobre sexualidad con sus hijos. Según el estudio realizado con 420 progenitores, entre los motivos más frecuentes se encuentran el no saber qué tema tratar y cómo abordarlo, no saber por dónde empezar o el miedo a equivocarse. Asimismo, un 77% de los encuestados afirma que les gustaría recibir ayuda profesional para abordar la educación sexual en la familia.
Beti Badia Reig, sexóloga, psicóloga y directora de la nueva web de educación sexual de Platanomelón, Academia, estima de gran relevancia poder proporcionar herramientas prácticas a los padres: “Nos encontramos con la primera generación de progenitores que son conscientes de que no han tenido una buena educación sexual y quieren poder abordarlo mejor con sus hijos, aunque no saben cómo”.
El informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia de Save the Children, de 2020, señalaba que es a los 12 años cuando los menores acceden por primera vez a ese tipo de contenido y que un 68,2% lo consume de forma habitual, consumo que se hace en la intimidad y en el teléfono móvil. Otra investigación más reciente, Juventud y pornografía en la era digital: consumo, percepción y efectos, de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y publicado en 2023, aseguraba que uno de cada cuatro jóvenes consume contenido pornográfico violento de forma bastante habitual.
A Lucía Gómez, de 42 años, le asusta los contenidos que su hija de 11 años pueda ver en las redes sociales o internet o que se documente por otras fuentes que no sean su marido o ella. “Muchas de mis amigas me dicen que quieren hablar de sexo con sus hijos, pero no saben cómo ni a qué edad. Recuerdo que cuando mi hija tenía 6 años leímos algunos libros, como Tu cuerpo es tuyo (Editorial Nubeocho, 2023), que remarcaban la idoneidad de hablar con naturalidad. Le dejé uno a una madre y a los pocos días seguía hablando del pipí de su hijo por no decir claramente pene. Si no pones de tu parte, no sirve de nada”, cuenta sobre su experiencia. Gómez piensa que no solo hay que hablar con los hijos del acto sexual cuando llegan a los 12 o 13 años, sino hablarles también de otros aspectos desde que son pequeños, como las muestras de cariño y el respeto a la diversidad, y “sin esconder ni alterar la realidad”.
Con esa idea coincide David Feijoo Fernández, profesor de Educación Primaria en Ourense, quien resalta que el objetivo de la educación sexual no es solo informar sobre los aspectos biológicos de la sexualidad, sino también procurar que exista un espacio de libertad donde se pueda hablar de todo. Feijoo detalla que el tema se trabaja en los colegios desde Infantil de manera progresiva e integral y de un modo globalizado en asignaturas como Ciencias Naturales, Educación Física, Ciencias Sociales, Lengua y Valores. “Siempre se respetan las etapas de desarrollo del alumnado y se ofrece información adecuada a su madurez y nivel de comprensión”, señala. Expone que en la etapa Infantil se comienza con las diferencias entre niños y niñas, como las partes del cuerpo o los hábitos de higiene, y en cursos superiores (5º y 6º de Primaria) con la reproducción humana, cambios físicos y emocionales… Para él, los padres no deben pasarlo mal, sino aportar al joven para que pueda tomar mejores decisiones.

“Trabajo con cuentos como ¿De dónde venimos? (Maeva Ediciones, 2011), Mi cuerpo es mío (Editorial Juventud S.A., 2015)… Generamos debates sobre cómo debemos actuar, vemos vídeos y jugamos con juegos como Emötiö para trabajar las emociones”, comparte. Para este maestro los contenidos se centran demasiado en aspectos biológicos, dejando de lado la parte emocional, afectiva y de prevención de riesgos: “Creo que es crucial que los menores aprendan a reconocer las emociones y establecer límites desde pequeños”.
Ganas de formarse
María José Vázquez Figueiredo, profesora de Psicología en la Universidad de Vigo e investigadora principal del proyecto HUMANIZATRICs —que aborda la alfabetización pornográfica en adolescentes y grupos de referencia—, considera que el contexto digital da lugar a una cultura y un proceso de socialización que funciona de forma muy distinta al contexto presencial. En ocasiones, señala, los algoritmos de la inteligencia artificial (IA), reglas y procesos que usan las máquinas para hacer algo de modo autónomo, pueden situar a los menores en “cámaras de eco” (cuando una persona solo ve información que refuerza sus propias creencias y no encuentra puntos de vista opuestos) con contenidos sesgados y parciales. Como destaca Vázquez, entonces se mantienen en ese contexto porque esos contenidos resultan altamente estimulantes y responden a lo que quieren percibir y escuchar. La investigadora apunta otra cosa más: “Existen estudios sobre pornografía, como El impacto de la inteligencia artificial en la educación sexual, que muestran que los padres reconocen que los adolescentes, en general, acceden a este tipo de contenidos, pero les cuesta asumir que su hijo sea uno de ellos y esa creencia los lleva a no formarse ni exigir el derecho a recibir educación sexual afectiva como parte indispensable del desarrollo integral de cualquier persona”, lamenta.
Vázquez sostiene que se ha comprobado que los adultos significativos para el niño, con frecuencia, presentan dificultades en el acompañamiento de su sexualidad ya que carecen de las herramientas necesarias: “Asumen que el problema está en las tecnologías, de ahí que consideren que la aplicación de medidas restrictivas de a internet (el control parental) acabará con este problema, ignorando que existen otras vías de , como usando otros dispositivos sin control parental, y niegan la necesidad de saber sobre el tema”. Por último, la profesora indica que el que los niños accedan a contenido erótico-sexual (bien inducidos por mayores o involuntariamente) y lo oculten por miedo a ser reprobados o castigados evidencia que la sexualidad sigue siendo un tema tabú: “Esto debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de incluir en la educación no obligatoria la educación sexual y la alfabetización digital”.
“Los padres han de procurar establecer lazos de confianza con sus hijos cuando son pequeños porque cuando ya son adolescentes muchos no quieren escucharles e incluso se rebelan”, recalca la psicóloga Raquel Graña. La también sexóloga considera relevante tener claro que cuando el adolescente se sincera con los padres con algo que le avergüenza, no hay que culpabilizarlo o enfadarse porque lo que está buscando es comprensión y, de lo contrario, no volverá a confiar.
“Frecuentemente, cuando los padres abordan estos temas se centran exclusivamente en la prevención y los típicos sermones y a los dos sexos habría que hablarles con naturalidad de todo: creación del semen, erecciones, menstruación...”, sostiene la experta. Graña entiende que existe un serio problema con naturalizar el cuerpo, las relaciones sanas, la erótica sana, los genitales o explorarse y llamar a las cosas por su nombre. De ahí la importancia de responder a los niños y no evitar la conversación, incluso cuando no se sabe dar una respuesta: “No es malo ser honesto y decir como padre que te da vergüenza hablar de algo porque no te educaron en ello y que harás lo posible”.
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