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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El populismo avanza en Portugal

La victoria de la derecha y el gran ascenso de los ultras obligan a hacer autocrítica a la izquierda, que pierde medio millón de votos en un año

El líder del partido ultraderechista Chega, André Ventura, llega a celebrar los resultados electorales con sus seguidores en un hotel de Lisboa.
El País

Las elecciones portuguesas han causado un terremoto político. Chega, un partido de ultraderecha fundado en 2019, se ha convertido en un serio aspirante a gobernar el país en próximas legislaturas. Es más que probable que el recuento del voto del exterior refuerce aún más sus filas y convierta a André Ventura en el jefe de la oposición al Gobierno de la coalición conservadora, Alianza Democrática (AD), que lidera Luís Montenegro, vencedor en los comicios del domingo aunque sin mayoría absoluta.

Ventura, líder de Chega, arrebataría así por primera vez ese papel al líder del Partido Socialista, que sufrió un descalabro histórico al perder 20 diputados y más de 400.000 votos en 14 meses. La derrota provocó la renuncia de su secretario general, Pedro Nuno Santos, que anunció la apertura de un proceso de primarias para buscar un nuevo liderazgo.

AD, la coalición gobernante, ganó con más comodidad que hace un año y logró nueve diputados más. Es un resultado que Montenegro interpreta como el aval que necesitaba para zanjar la crisis de Spinumviva, la empresa familiar que mantuvo en activo cuando llegó al cargo de primer ministro en abril de 2024. Este espinoso tema ético está en el origen de la crisis política que ha desembocado en estos comicios, los terceros que celebra el país en tres años.

Los votantes han ignorado el caso de la empresa del primer ministro y han premiado su año de gestión, caracterizado por mejorar la situación salarial de varios colectivos de empleados públicos y endurecer la política y el discurso sobre la inmigración, uno de los bastiones de la ultraderecha. Tampoco los escándalos que rodearon a algunos representantes de Chega en esta legislatura han erosionado su base. Portugal repite así la tendencia de otros países, donde las irregularidades o incluso los delitos no desgastan a las formaciones populistas y los conservadores supuestamente moderados extreman su discurso migratorio.

El nuevo mapa político refleja una hegemonía contundente de la derecha, que en conjunto obtiene su mejor resultado histórico al lograr más del 66% de los 230 diputados de la Asamblea de la República. El varapalo de la izquierda no solo ha noqueado al Partido Socialista, sino que ha estado a punto de dejar sin representación parlamentaria al Bloco de Esquerda, la formación a la izquierda del PS que llegó a ser la tercera fuerza durante varias legislaturas y ahora se queda en un único escaño. Solo Livre, progresista y moderado, ha crecido. En su conjunto, la izquierda, que concurrió muy dividida, ha perdido medio millón de votos en un año y se ha fragmentado más con la entrada de un nuevo partido regional, procedente de Madeira.

El sur del país, donde tradicionalmente ganaban los socialistas, ha girado hacia la extrema derecha y revela así la capacidad de Chega para captar votos en cualquier caladero. El resultado obliga a la reflexión entre las fuerzas de izquierda, que han dejado de conectar con la mayoría de los portugueses, que ni encuentran en ellas confianza para gobernar ni para entregarle su voto de protesta. En su debe está no haber resuelto problemas que se arrastran desde hace años —como las carencias en vivienda o sanidad— y haber rehuido el debate sobre la gestión de la inmigración. A los progresistas les corresponde ahora hacer autocrítica y analizar las razones por las que el discurso ultra ha penetrado con tanta fuerza, y en tan poco tiempo, en un país que acabó con una dictadura hace medio siglo.

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