Luz Schweig, escritora: “Las ‘xicanas’ hemos sido directamente impactadas por el trato racista e inhumano del gobierno actual”
La curadora de la antología ‘Somos Xicanas’ reflexiona sobre el contexto político que afecta a su comunidad y destaca cómo, ante la adversidad, las mujeres están creando espacios para despertar y nutrir sus raíces


La literatura chicana es una forma de resistencia. Hoy, en un contexto político marcado por discursos de odio y políticas excluyentes, esa escritura adquiere nueva fuerza y urgencia. Somos Xicanas, antología curada por Luz Schweig (Ciudad de México), nace de esa necesidad de alzar la voz, de crear un espacio colectivo para sanar, narrar y reivindicar una identidad compleja y viva.
Schweig, editora y escritora con más de dos décadas de experiencia, ha dedicado su carrera a visibilizar las voces de comunidades marginadas. Exintegrante de la Fundación Literaria Somos en Escrito y fundadora del concurso Raza Story of the Year, ha dirigido múltiples proyectos editoriales en torno a la poesía y la narrativa femenina. Con Somos Xicanas, reúne a autoras que, desde distintas geografías y trayectorias, convergen en un punto común: la lucha por ser escuchadas y reconocidas.
En conversación con EL PAÍS, la escritora mexicana reflexiona sobre la urgencia de narrar desde la experiencia chicana, la importancia de crear espacios para nutrir las raíces y la fuerza transformadora de la palabra escrita. Su proyecto no solo es una antología literaria: es también una afirmación de existencia y una invitación a resistir desde la cultura.
Pregunta. ¿Qué significa realmente ser una xicana?
Respuesta. Hay tantas definiciones de lo que significa ser xicana. Sin embargo, si tuviera que condensar la esencia de esta identidad en tres componentes principales, diría que se basa en un profundo orgullo ancestral; en una relación íntima con la tierra, como guardianas y protectoras de los saberes indígenas y en el compromiso con el bienestar como acto de liberación. Las xicanas hoy en día resisten de múltiples formas a los poderes que pretenden borrarnos. Cuando prosperamos como comunidad, no solo demostramos nuestra resiliencia a lo largo de las décadas, también lanzamos una declaración política. Las xicanas son maestras, madres, curanderas, madrinas, tías, temachtianis, etc., todas con el propósito de descolonizar miradas y resistir el racismo sistémico.
P. El libro explora la identidad chicana a través de distintos lentes. ¿Cómo logra la antología integrar todas estas dimensiones sin diluir su mensaje central?
R. Partí del principio de que la voz introspectiva xicana posee una hermenéutica interna, a través de la cual se afirma y se comprende intuitivamente. Procuré dejar de lado cualquier idea preconcebida sobre lo que significa ser xicana y, en lugar de dirigir yo misma los temas del libro, dejé que mis hermanas hablaran por sí mismas, procurando honrar su forma de hacerlo. Las perspectivas desde las que las autoras exploraron la identidad xicana fueron las que surgieron de forma natural en los textos recibidos. Creo que fue ese fuerte sentido de solidaridad, hermandad y orgullo el que tejió sin esfuerzo las distintas dimensiones de los escritos en una unidad coherente.
P. ¿Cómo seleccionó a las 80 autoras?
R. Una de mis tareas principales fue escuchar la voz colectiva de la comunidad xicana, y dejar que me dijera a quién iraban, de quién se inspiraban, qué escrituras le daban valor. Me interesaba publicar a escritoras emergentes junto a sus ídolas literarias. Por eso, dejé que la selección creciera de forma orgánica, solicitando contribuciones a través de redes sociales. Pedí que cada texto estuviera acompañado de una declaración de identidad sobre lo que significaba ser xicana para cada autora. Luego busqué temas y géneros que surgieran de forma natural, y presté atención al origen geográfico y a la edad de las autoras. Mi intención era representar por igual a las distintas generaciones de xicanas, así como a toda la diáspora xicana —más allá de California y Texas— incluyendo lugares como New Hampshire, Virginia, Carolina del Norte, Wisconsin y Detroit.
P. ¿Qué retos encontró al reunir voces tan diversas?
R. Fue un proceso bastante natural. Las mujeres que reivindican la identidad xicana suelen formar parte de un paisaje muy diverso. Esa diversidad interna es uno de los elementos que cohesiona a la comunidad. Nuestra inclusión es una de nuestras mayores fortalezas. Cuando una de nosotras triunfa, todas triunfamos. Como nuestras ancestras, celebramos nuestra interdependencia entre nosotras y con el mundo natural que nos rodea.
P. ¿Qué papel tienen las colaboraciones con figuras como Ana Castillo, Sandra Cisneros o Ada Limón en el impacto del libro?
R. Las generosas colaboraciones de autoras pioneras como Castillo, Cisneros, Limón, Lorna Dee Cervantes, Carmen Tafolla, entre otras, han tenido un efecto muy profundo en el corazón de las demás autoras. Muchas de ellas se sienten profundamente agradecidas por compartir espacio con sus referentes literarios. Para muchas, ha sido un sueño hecho realidad. Me honra haber facilitado esta colaboración que tanto ha motivado a las nuevas voces xicanas.
P. Uno de los temas más urgentes en Estados Unidos es la persecución de latinos indocumentados. ¿Cómo aborda o refleja Somos Xicanas las luchas y desafíos de esta comunidad?
R. Las xicanas y sus familias hemos sido directamente impactadas por el trato racista e inhumano del gobierno actual hacia nuestra gente. Inevitablemente, parte del trabajo en Somos Xicanas refleja las consecuencias de ser cazadas, encerradas, separadas a la fuerza de sus seres queridos y privadas injustamente de sus derechos. Recuerdo en particular el poema Los pajaritos de Christiane Williams-Vigil, una maestra que lucha por mantener su aula como un espacio seguro. “Aquí”, escribe, “ninguna mano se los llevará en la noche. Aquí, pueden apoyar la cabeza sobre el pupitre”. Para las xicanas, no hay nada “controvertido” en secuestrar niños de sus aulas. Es inaceptable, y la literatura que producimos lo refleja con contundencia. Como en el poema What and That, Part III de Angela Trudell Vásquez, poetisa laureada de Madison, que evoca los centros de detención donde envían a los padres, y una línea final que lo resume todo: “No se puede escribir la ausencia”.
P. A raíz de las nuevas políticas impulsadas desde la istración de Donald Trump, ¿cómo percibe que estos cambios han afectado a los latinos?
R. Las fuerzas de opresión y subordinación no son nuevas para las comunidades xicana y latina. La antología incluye testimonios en primera persona que denuncian y desafían las estructuras de poder racistas. Es un momento para documentar y preservar con firmeza las experiencias auténticas de los grupos marginados. Como la voz colectiva de las xicanas en este libro, es también momento de unirnos y fortalecernos en nuestra pluralidad.
P. ¿Cuál es el papel de la literatura chicana en estos tiempos?
R. La literatura xicana da testimonio de las injusticias y de la destrucción medioambiental cometida en nombre de la supremacía blanca y la avaricia desmedida. También es un llamado a la acción, que empodera e inspira a nuestras comunidades —en alianza con otros pueblos indígenas— a reclamar nuestros derechos y libertades, y proteger la tierra. Nuestros saberes ancestrales exigen que no permanezcamos impasibles. Frente a este contexto político tan agresivo, las xicanas estamos creando espacios para despertar y nutrir nuestras raíces culturales e indígenas, tanto en línea como en la vida cotidiana. La revolución comienza liberando nuestras voces, y esta antología refleja ese espíritu.

Somos Xicanas
Editado por Luz Schweig
Riot of Roses, 2024
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