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La consulta ideada por el Gobierno merma las aspiraciones del BBVA en la fase decisiva de la opa

El Sabadell se aferra a una posición de resistencia y la entidad vasca reprocha al Ejecutivo que siembre dudas sobre el rigor de la CNMC

El presidente del BBVA Carlos Torres saluda al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante las jornadas del Cercle d'Economia. Detrás, el presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu.
Marc Rovira

En los últimos meses, Cataluña ha vivido varios regresos: el de las sedes de empresas como Fundación La Caixa, Criteria, Applus o Cementos Molins; el de un presidente no independentista al frente de la Generalitat; el de la lluvia, que ha permitido solventar la sequía; o, incluso, el retorno del Barça a la pelea por los títulos. Otras vueltas han quedado en entredicho, como la del expresidente Carles Puigdemont, que apareció para volverse a escapar, o la del Banco Sabadell, que no termina de deshacer las maletas por la amenaza que supone la opa del BBVA. La ofensiva del banco vasco está en la fase final, mientras el anuncio de Pedro Sánchez de someter la operación a una consulta pública acentúa la politización del proceso y ha acelerado las especulaciones acerca de si el Gobierno busca una percha para sostener todos los recelos que le genera la transacción. El president catalán, Salvador Illa, ya ha avisado: “El Govern de Cataluña y yo mismo defenderemos los intereses de Cataluña. Y también lo quiero decir, porque es un tema delicado: hago cosas, hago más de lo que digo, pero lo hago”.

Se da por sentado que, en un proceso de controversia como este, quien se moviliza son aquellos que quieren mostrar su oposición y cala la idea de que la consulta refuerza la defensa del Sabadell y complica los planes del BBVA. “Es como si quiero que me apliquen otro artículo del Código Penal”, ha manifestado Peio Belausteguigoitia, country manager de BBVA en España, para reprochar que la medida ideada por el Gobierno pone en jaque el dictamen analítico la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), alineado con la opa y sin votos particulares en contra. Para el directivo del BBVA, la CNMC ya había hecho un análisis “muy exhaustivo” y critica que esta segunda revisión que insta el Gobierno siembra dudas sobre la supervisión de “una institución que tiene un nivel técnico y de rigor brutal”.

El Sabadell, que presentó resultados este jueves, prefiere guardar silencio sobre la consulta: “No me corresponde valorarlo”, repitió César González-Bueno, consejero delegado del banco catalán, para despachar el bombardeo de preguntas que recibió sobre el tema. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha asegurado que su departamento depurará los datos y hará “el mejor uso posible” de las opiniones recabadas. Por si acaso, patronales y entidades empresariales económicas catalanas han enviado una carta a Pedro Sánchez, donde le instan a bloquear la operación porque, dicen, concurren “poderosas razones de interés general que justificarían la intervención del Gobierno”.

“Tras el dictamen de la CNMC, el BBVA venía a darse un baño de multitudes, y se topó con un anuncio que les rompe los planes”, resume una de las ejecutivas que estuvo esta semana en las jornadas del Cercle d’Economia, en Barcelona. El evento propició un escenario óptimo para poder tener una idea de cómo sienta, entre la clase empresarial y económica, la operación que intenta el BBVA sobre el Sabadell. Alrededor de las mesas altas donde se servían bocatas de fricandó, croquetas y pinchos de frutas, se encadenaban las conversaciones acerca de qué consecuencias puede entrañar la opa. El presidente del Gobierno tuvo la capacidad de alterar el guion, al anunciar que quiere sondear pros y contras. “Positivo”, se limitó a decir Josep Oliu, presidente del Sabadell. “Máximo respeto a las decisiones”, dijo Carlos Torres, presidente del BBVA.

El efecto que ha propiciado la apertura de un proceso de escucha ha sido concentrar las críticas en la forma, y no en el fondo. El PP ha dejado entrever que la opa le genera reservas. Núñez Feijóo dijo en el Cercle que a él le gusta “la competencia bancaria”, y ha reservado sus críticas más duras para atacar cómo gestiona Sánchez la operación, acusándole de no querer asumir decisiones que le corresponden por su condición de jefe del Gobierno.

En el Sabadell se confía en que no habrá ningún partido político que se ponga a enarbolar la bandera del BBVA, y en la sala de máquinas de la entidad vasca se asume la idea de que esta batalla hay que librarla en solitario, sin aliados. Incluso el PNV ha manifestado tibieza con un banco que no es “realmente vasco”, en palabras de Aitor Esteban. “A mi no me parece bien que un Gobierno se ponga a condicionar una operación que afecta a dos empresas, pero el Sabadell ha sido capaz de construir su defensa sobre una base sentimental”, manifestaba en el Cercle el máximo mandatario de una empresa que factura más de 1.500 millones de euros y que en 2017 decidió trasladar su sede social fuera de Cataluña.

En un momento en que el PSOE desde La Moncloa y el PSC desde la Generalitat propagan la idea de que, tras los sofocos del procés, “la normalidad” ha vuelto a Cataluña, perder la baza del Sabadell sería un revés para ese relato. Sigue fresca en el recuerdo la apresurada marcha del Sabadell de Cataluña en 2017, y los partidos independentistas no han hecho demasiado ruido para defender al banco catalán. A Pedro Sánchez, el alboroto le ha llegado desde otro rincón de su cuarto de aliados. Yolanda Díaz ha levantado la voz para señalar que perder el Sabadell es inconcebible porque pone en peligro 5.000 puestos de trabajo.

El anuncio de consulta hecho por Pedro Sánchez supone un asterisco en el manual de instrucciones que guía la opa. En el Cercle se esperaba con ganas la opinión del presidente del Gobierno sobre el tira y afloja bancario. “Nuestra intención es ayudar a que nuestras empresas crezcan”, manifestó, y Carlos Torres, presidente del BBVA y sentado entre el público, pudo llegar a pensar que la opa lograba pista libre. Pero Sánchez añadió que toda operación debe estar sujeta “al interés general”. Un clavo ardiendo para Josep Oliu y César González-Bueno, máximos responsables del Sabadell, que niegan que la opa sea buena para el “interés general” y que incluso compromete “el bienestar de España”. El lunes diluvió en Barcelona, pero el jefe del Gobierno trató de mojarse poco. Queda por ver qué tormenta provoca el resultado de su consulta.

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Sobre la firma

Marc Rovira
Corresponsal económico de EL PAÍS en Cataluña, encargado de seguir la información relacionada con la actualidad empresarial y política. Licenciado en Derecho, durante una etapa en la prensa local trabajó en Girona y en Tarragona. Ya en EL PAÍS, tuvo un paso por la sección de Deportes, cubriendo el Mundial de MotoGP. Colaborador en la SER y en TV3.
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