Ca7riel y Paco Amoroso: “Todos nos dicen que somos geniales, pero no olvidamos que en cualquier momento todo se puede ir a la mierda”
El dúo argentino se convirtió en la mayor sensación viral de 2024. Ahora deben pilotar el éxito con una gira por España que comienza la semana que viene

Una presentación rápida: quien no haya visto la actuación en el Tiny Desk de Ca7riel y Paco Amoroso, que haga scroll hasta el vídeo unos párrafos más abajo, se entregue al cuarto de hora musical más fresco que hemos visto en tiempo y regrese después a estas líneas de arranque. La invitación el pasado octubre de la radio pública estadounidense NPR al dúo argentino para actuar en Washington bajo este peculiar formato (un concierto en un rincón de la redacción) derivó en la mayor sorpresa viral que nos brindó la música en 2024. Para que se hagan una idea: mientras la estrella que reservaban para el cierre del año, Sabrina Carpenter, lleva 13 millones de visitas, Ca7riel (pronúnciese Catriel o Cato, para los amigos) y Paquito han roto récords acumulando más de 35 millones con su fusión de pop, ritmos latinos y vanguardia funk teñida de humor y osadía. A este desmontaje de géneros lo han bautizado ellos mismos como “música degenerada”.
Si se siguen asomando por internet, verán incontables análisis tratando de desentrañar su éxito. Mejor les preguntamos a ellos. “No hay secreto”, responden. “Fuimos con todo y ahí le dimos. Pero pudo haber sido un desastre. Llegamos al Tiny Desk con gripe, con la voz remal, con algunos músicos amigos y otros que acabábamos de conocer, transformando en pocos días canciones con base electrónica a sonido orgánico. Si te fijas bien, hay cagadas: al trombonista se le escapan notas, el trompetista acaba una canción y pone cara de que la pifió… Pero había una energía especial. Y si todo fallaba, al menos quedaba nuestra actitud, como de que no nos importaba nada estar ahí… cuando sabíamos que era una oportunidad”.
Hasta entonces, Ca7riel y Paco Amoroso contaban con una fiel parroquia en Argentina, pero poco predicamento más allá de sus fronteras. Todo hizo boom. O, como dice muy argentinamente Ca7riel, “nos fuimos a la mierda”. Su gira por Europa reclamó salas más grandes, se encontraron con todo vendido en lugares tan insospechados como París, Berlín o Londres, con guiris desgañitándose y coreando de oídas sus canciones. “Cuando nosotros éramos pequeños, no teníamos las letras en inglés en Spotify y aun así cantábamos las canciones por pura fonética, ¿no? Pues ahora les toca a ellos”, ironizan. Los giros english-friendly en las letras también ayudan. “Aunque seguimos siendo medio burros con el inglés. Cada vez que tenemos que hablarlo, se generan momentos awkward [incómodos] y disparatados, que aprovechamos para intentar convertir en chiste para que la gente no se ofenda”, matizan.

En Madrid, donde tuvieron que doblar fecha, convocaron a los capos de la industria, que se relamían pensando maneras de explotar su talento tierno y calentito. Ellos lo disfrutan “con diversión y agradecimiento”. Hasta se los disputaron El Hormiguero y La Revuelta en su momento de mayor bronca: Pablo Motos marcó gol por la escuadra subiéndolos a un avión para devolverlos al día siguiente a Buenos Aires. Broncano los puso cerrando su programa revancha con el motociclista Jorge Martín. Ajenos a polémicas, confiesan que se lo pasaron mejor “en el programa del facho. La gente nos decía: ‘Motos es una mierda, el otro está buenísimo’. Y cuando llegamos la verdad es que nos parecieron bastante parecidos, muy de hacer espectáculo en vivo”. Presumen de que, gracias a esas apariciones, “las azafatas nos reconocen en los aviones y nos tiran chocolatinas, aunque viajemos en economy”. Quienes se los perdieron, los tendrán de vuelta por Barcelona (27 de mayo, Sant Jordi Club) y Madrid (28 de mayo, Movistar Arena), y en el Vida Festival, el BBK Live y otros festivales de verano. Regresan a la península tras un triunfal paso por EE UU, donde lucieron sold outs en Nueva York, sorprendieron en el Coachella original y se dejaron querer por el televisivo Jimmy Fallon.
Ulises dice que se puso Paco Amoroso “como reacción a todos esos nombres de mierda, así como de perritos, que hay entre los músicos argentinos: Laly, Piki, Chuchi, Chucky…"
Cazarlos en su momento de ascenso fulgurante no fue fácil. Retrasaron un día el regreso a Buenos Aires tras cerrar en Granada su gira europea para hacer esta sesión de fotos, a la que se presentaron con una indisimulada resaca tras correrse una juerga flamenca en las cuevas de Sacromonte. “Los gitanos saben montar una buena fiesta”, dicen según entran al estudio. Obviaremos el resto de la divertida charla de ese día. Por petición expresa de la discográfica, la entrevista quedó aplazada a otro momento porque su representante, ya en el aeropuerto, solicitaba estar presente. Uno de los peajes del éxito súbito: velar por lo que se les pregunte o lo que larguen tus estrellas al alza en las entrevistas.
Semanas después, cuando por fin hacemos la entrevista en las oficinas de Sony de París, con el manager presente, Ca7riel y Paco Amoroso tampoco esconden su resaca. Están invitados por primera vez a la semana de la moda por Jean Paul Gaultier y andan poniendo a prueba su soltura para moverse en el salseo del estrellato. Los vimos sacándose fotos con Hunter Schafer, la protagonista de Euphoria, en el front row del desfile. Y la noche anterior a este encuentro asistieron junto a la cantante Tokischa, la homie de Rosalía, a un cóctel organizado por Dior para promocionar la nueva película de Robert Pattinson. “Nos hicimos una foto rápida con él y ya. Sabemos qué es que todo el mundo en un sitio de repente te pida fotos y no queremos hacerle a otros lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros, no quisimos robarle energías al vampiro. Había mucha crema. Estaban Zoë Kravitz, el protagonista de El juego del calamar y el director francés narigón que salía con Dua Lipa [se refieren a Romain Gavras]. Dev Hynes [más conocido como Blood Orange] nos dijo que le encantó nuestro Tiny Desk. Y todo el mundo fumaba cigarrillos sin parar, aquello parecía una publicidad de tabaco”. Lo pasaron bien y mal, dicen, porque los dos han dejado de fumar. Ca7riel anda probando con un vapeador sin nicotina, Paco está regulando el consumo de marihuana “por la voz”. “Todo lo que me hace mal tengo el don de dejarlo atrás”, dice Ca7riel. “Más allá de que nos pueda gustar divertirnos y las drogas, por suerte no tenemos esa tendencia adictiva que vemos en otras personas”, completa Paco.
Este proceso de detox coincidió con el final de su gira europea. De vuelta en Navidad al verano porteño, Ca7riel se fugó a una casa con piscina con su novia, la cantante argentina Chita. “No quería hablar con nadie. Solo mi guacha, mi guitarra y yo”. Paco había perdido cinco kilos. Recaló en casa de su madre. “Me estuvo cuidando con inyecciones de vitaminas. Fue un mes de ir a los boxes, de toma de o con el mundo real tras tanto aplauso”.

Rebobinemos a esa otra realidad previa al éxito: a Catriel Guerreiro y Ulises Guerriero (ambos 31 años) solo les separaba el baile de la i del apellido. Ulises nació la semana que se distribuyó el primer disco de Jamiroquai en América; Cato, dos semanas después de que Nirvana grabaran su Unplugged. Llámenlo conjunción cósmica, son dos de los artistas que más los han marcado. “Y Frank Zappa murió el día antes de que yo naciera, ahí lo dejo a tu criterio”, añade a la leyenda Ca7riel. Con seis años, los sentaron compartiendo pupitre en clase. Y hasta hoy. No eran ni ricos, ni pobres. Estudiaron juntos música. “Yo quería ser los Rolling Stones, no solo Keith Richards”, se ríe Paco. “Y yo los Queen, no solo Freddie Mercury”, apunta Ca7riel, que años después cumpliría la fantasía haciendo su propia versión travesti de I want to break free en un videoclip del grupo insignia del pop petardo argentino, Miranda!
Quizás su manejo de tantas influencias viejunas explique su poder de seducción entre oyentes más talluditos, pongamos, mayores de 40. “Somos de esa última generación que tuvo una infancia sin smartphones. Crecimos en ese mundo en el que se jugaba en la calle, se andaba en bicicleta y las puertas de las casas quedaban abiertas. Aunque ya empezaban las videoconsolas, que nos encantan, vivimos los últimos retazos de esa era analógica y en lo que hacemos hay mucho de nostalgia. Quizás por eso somos un poco eslabón generacional, aunque sentimos que los jóvenes nos miran de reojo y los viejos también. Estamos a ver dónde encajamos”, se ríen.
“Somos de esa última generación que tuvo una infancia sin smartphones. Crecimos en ese mundo en el que se jugaba en la calle, se andaba en bicicleta y las puertas de las casas quedaban abiertas"
Pasaron por proyectos en común y por separado. Con sus primeras bandas tocaron rock progresivo, funk, reggae. Probaron con el trap. En pandemia cada uno facturó su propio disco de algo que podría confundirse con trap. Un género al que muchos insisten en asociarlos. “A lo mejor es por esa cosa generacional. O porque tenemos muchos tatuajes. A mí el trap me ayudó a refinar mi fraseo”, dice Cato. “Veníamos de tocar rock con banda, y en el trap todo es más fast food music. Aprendimos a grabar de un día para otro. Así que, por eso, gracias, trap”, completa Ulises, que dice que se puso Paco Amoroso “como reacción a todos esos nombres de mierda, así como de perritos, que hay entre los músicos argentinos: Laly, Piki, Chuchi, Chucky… Yo quería una cosa compuesta, más sofisticada, como Frank Ocean o Kendrick Lamar, que me ayudara a componer el personaje”.

Tuvieron su grabación con Bizarrap, también con Nathy Peluso. Hasta llegar a Baño María, su primer disco como dúo, que debe el título, tal y como confesaban al tótem televisivo argentino Moria Casán, a la manera en que se cocina la ketamina. Los dobles juegos humorísticos, entre el descaro y lo puramente hedonista, pueblan sus letras súper pegadizas donde, sí, el sexo ambiguo y los amaneceres confusos ocupan un lugar de honor. Les remitimos una vez más a internet; busquen su premiado corto de presentación del disco. En él, acaban comiéndose la boca el uno al otro ante la imposibilidad de llegar arrastrándose tras una noche de farra a un jacuzzi donde les esperan unas chicas escogidas de OnlyFans. “Yo pateo por los dos lados, no me gusta perder. Ahora estoy súper casado, enamoradísimo, de la mujer de mi vida, pienso yo, pero sigo siendo un hombre muy abierto”, revela Ca7triel. Paco, en el momento de esta charla, está disponible: “Me separé antes de la gira, por eso cuando volví estuve llorando tanto. Pero mejor, ahora ya estoy soltero y listo para todo”.
Lo del jacuzzi en el que posan en la portada es todo un tema. Con el disco recién cocinado, les invitaron a darlo a conocer en el Lollapalooza Argentina, sustituyendo la caída de cartel del hijo de Will Smith. En lugar de cantar, salieron en albornoz y se metieron en un jacuzzi mientras una voz en off anunciaba “quizás se pensaban que íbamos a dar un show, pero lo único que nos interesaba era armar una fiestita desde el jacuzzi. Que lo disfruten, hijos de puta”. “La gente se puso loca, aunque para nosotros era un gesto de cariño: compartíamos con el público por primera vez las nuevas canciones en un ambiente festivo. Nos habían avisado una semana antes y no teníamos un show armado, así que subimos a nuestros amigos e hicimos playback salpicando espuma. Ese día enfadamos a muchos pero, como siempre decimos, un hater vale por tres fans felices”. ¿Y por qué esa insistencia en el jacuzzi? Miran de reojo al representante, que ha salido un segundo de la sala. “Es una manera festiva de hacer crítica a Milei, que es un loco. Esto del champán en el jacuzzi es una reminiscencia de aquel neoliberalismo de la Argentina de los noventa, que se ha hecho de nuevo presente. Aparecer en un jacuzzi tomando champán cuando el país está en llamas es una manera de ilustrar la época en la que vivimos”.
Sin ser unos activistas, Ca7riel y Paco Amoroso se han posicionado a través de Instagram criticando en ocasiones la situación de la sanidad pública en Argentina, sumándose a las protestas estudiantiles o difundiendo la violencia policial de la marcha de los jubilados frente al Congreso. Vuelven a mirar de reojo a la puerta. “Históricamente, los músicos eran los que hablaban, los que lanzaban mensajes políticos. Ahora no quieren que hablemos mucho. Nos hemos ganado una cantidad de haters por zurditos. La verdad es que antes de las elecciones, decíamos sin reparos lo que pensamos. Después nos dimos cuenta de que ganó este tipo y de que tiene una aprobación tan grande que ya está todo dicho. Lo loco para los argentinos es que sentimos que vivimos en una gran crisis eterna. Hay una desconfianza generalizada en la política y una sensación de que se perdió la empatía, de sálvese quien pueda”.
Posiblemente una de las mayores virtudes de este dúo sea su capacidad para inyectar grandes dosis de positividad en un mundo cada vez más oscuro. Con Papota, el EP que acaban de lanzar, recogen la resaca del Tiny Desk riéndose del culto a la imagen y al éxito viral. Nuestra última recomendación es que se asomen por el cortometraje de presentación, uno de sus más destacados golpes de genialidad hasta la fecha. “Abrimos con una canción dedicada al síndrome del impostor, que un poco le persigue a todo el mundo. Pero a nosotros más, porque todo se ha acelerado en nuestra carrera. De repente todo el mundo te dice que eres genial, pero no perdemos de vista una idea: que en cualquier momento todo se puede ir a la mierda”.
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